IGLESIA
La iglesia está situada en lo alto del pueblo, prueba de que en su día tuvo un carácter defensivo, de hecho Don Elifio Sos, nos habla de que “antiguamente hubo allí un castillo, para defensa de invasores, según consta de esta manera: » El rey en 1452 premio los servicios de Miguel, escudero agramontés y capitán de la fortaleza de Sada, por haberla fortificado el año anterior, junto con la iglesia, con los materiales de su propio Palacio, que destruyó violentamente.»
Otra de las pistas que nos da Don Elifio es que en la cabecera, que sería lo más antiguo ya que siempre se empezaba un edificio por aquí, también “tiene forma de haberse utilizado para defensa por sus tres ventanas saeteras y también la torre”.
La construcción que existe actualmente es del siglo XVI, aunque esto no quiere decir que cuando era fortaleza no se practicara el culto. Según el Catálogo Monumental, ya desde el siglo XV pasó a pertenecer al Monasterio de la Oliva. El último tramo de la iglesia es un añadido costeado por el obispo Uriz, una de las personalidades más importantes que ha dado este pueblo.
En el archivo municipal se encontró un documento que habla de la Iglesia y una reparación que sufrió. Es de los años 1865-1866, el alcalde del momento era Don Andrés Del Castillo, reza: “siendo grave y de urgente necesidad la reparación de cuatro puentes y varias maderas que sirven de armamento y sostén de tejado, […] podría tener mayores perjuicios y acaso disgustos al vecindario por descansar dos de los puentes rotos sobre la bóveda de la misma”. Además se adjunta el documento para la diputación el acta de reunión del Ayto., el informe del carpintero Don Juan Bautista Zubillaga, y por último se pronuncia el Vicario del momento Don Pedro de Izco el cual expone al Ayto. que la parroquia no dispone de fondos para costear la reforma y obra.
La techumbre está hecha con bóveda de terceletes muy típico del siglo XVI, y como dato se añade que en los años de la publicación del Catálogo, se estaba picando toda la pared para volver a revocarla y es cuando se descubrieron algunas hornacinas que hoy vemos, como la sepultura de arcosolio. Las escaleras de piedra con arco rebajado, que daban acceso al púlpito, y hacia el pasadizo que desemboca en la torre, son anteriores, y no como dice el C. M que se descubrieron a la vez que las hornacinas.
En el archivo diocesano se encontró un documento que data de 1819 en el que se pide un permiso para hacer unas dos capillas, por resultar pequeña la iglesia. Se ajuntan los costes hechos por Fray Domingo de Santa Magdalena, de “conocida pericia en obras” , y se añade que los vecinos ayudarían en las tareas. Estas capillas no existen en la actualidad ni se sabe si en realidad se llevaron a cabo. Es posible que en vez de estas capillas se hiciese el último tramo.
La sacristía data del año 1723, por obra de Juan Antonio Uriz, y valorada por Juan Julián de Urrutia al año siguiente. Presenta planta rectangular.
Obra construida en 1633 por el taller de Sangüesa, particularmente por Juan de Berrueta, (muy conocido en obras de Sangüesa) y Juan de Huici. Don Elifio Sos sostiene que probablemente fue construido en Lumbier, ya que aquí había una sede de dicho taller y que fue pintado por Juan Carrasco en 1656, costando 2024 ducados. El C.M nos extiende que fue un proceso largo y con pleitos lo que llevó a cabo la decoración del retablo. Antes de comentar dichos pleitos he de decir que en el Arch. Diocesano en el año 1649 se recoge un documento en el que al vicario Martín de Moriones dice no poder pagarle a Andrés de Salinas, bordador, una capa bordada, ya que la iglesia está endeudada al tener que pagar el retablo mayor que cuesta 2024 ducados. Aquí vemos que la cifra coincide con la de Don Elifio.
Pero el asunto no queda solo en manos de Juan Carrasco, según el C. M el primer contacto para la decoración del retablo es con Cristóbal Carrasco en el año 1646. Pintor de Sangüesa que murió sin terminar. Se firma otro contracto con su hijo, el citado anteriormente, Juan Carrasco, en 1656 tras un pleito recogido en el Archivo. Diocesano en el que Juan Carrasco denuncia a Miguel de Ibiricu, pintor de Pamplona, porque es Juan el que tiene la licencia para terminar el trabajo comenzado por su padre. Además Juan hace una rebaja de 420 ducados. El pleito termina a favor a Juan Carrasco.
Pero el proceder de Juan Carrasco en su trabajo, (desmontó el retablo, y esto era peligroso para la conservación del mismo) hizo que os vecinos de Sada le increparan, llegando a un pleito, recogido también en el A.D, en el que se dice que había incumplido el plazo, que estaba en 5 años, para terminar el retablo. (1669)
En el año 1674 el vicario de Sada pleitea contra Sebastián Carrasco, hijo de Juan y nieto de Cristóbal. Sebastián se comprometió a acabar el retablo y pintar también el sagrario, pero no cumple el plazo y se decide que lo hecho hasta ahora por los Carrasco se tasara, por dos pintores, en 440 ducados.
En 1674, los cabildos eclesiástico y secular contratan a Juan de Olmo a quien se le encarga la obra, pero este se lo cederá a su cuñado Martín de Zizur. Pero en 1700 Martín de Zizur, maestro pintor, vecino de Sada, va contra el vicario y primicieros de la villa por el impago del trabajo realizado. En este doc. Del A.D. se contiene las tasaciones anteriores de los Carrasco que fueron 5 bultos, supongo que se refiere a esculturas exentas, y dos historias, que aventuro a que son relieves. Estas obras, Martín de Zizur las exceptúa, y pide que se le pague las suyas que se tasan en 25045 reales. A la vez se habla de la necesidad de hacer un cáliz una cruz y un incensario, pero los primicerios creen que es más importante terminar los retablo colaterales de San Francisco Javier y de Santiago, los cuales son necesarios pintar, y este trabajos se lo quieren dar a Pedro Larrán, pintor de Cáseda. Finalmente llegan a un acuerdo y deciden que sea Martín de Zizur quien pinte los retablos colaterales.
El retablo en sí es una obra, de planta trapezoidal, que se ajusta a la cabecera del edificio, y su estilo es romanista pero muy suave. Recordemos que el romanismo es un estilo que impera en los retablos del siglo XVII, donde se ven influencias del Miguel Ángel: cuerpos hercúleos, contorsionados,ropajes pesados… este retablo tiene estas características en los relieves pero muy sutiles.
Su composición es de banco con dos cuerpos y cinco calles, salvo en el ático en el que hay tres calles. Es un retablo clásico en la medida en que se ven alternancia de estilos (jónico, corintio) en los elementos sustentantes, es decir, las columnas, que en este caso hacen también una labor decorativa, con su ornamento vegetal, además de los angelitos, tumbados en frontones. Aun y todo, ésta es contenida ya que el Concilio de Trento, ocurrido un siglo antes, prohibió en cierta medida muchas exageraciones decorativas y puso reglas de cómo debía hacerse un retablo, esculturas sagradas…
Respecto a la iconografía, (de derecha a izquierda) comenzando por el banco, tenemos dos relieves: Cristo le manda construir un templo a San Francisco de Asís, y el prendimiento de Cristo. Los otros dos fueron robados en el año 1980, o a mediados de la década de los 70.
En el primer cuerpo se observa: el martirio de San Vicente, escultura de San Francisco de Asís, de gran naturalismo hecho por Juan de Berrueta, junto con los relieves del banco. Se sigue con San Roque, y el prendimiento de San Vicente.
En el segundo cuerpo: martirio de San Lorenzo, bulto de San Lorenzo (con la parrilla), San Vicente triunfante, coronado y con la palma, San Esteban, y el cuerpo de este tras el martirio.
Por último el ático en el que se reducen las calles a tres: tenemos a Santa Ana, triples, Calvario y Santa Quiteria.
Del sagrario podemos destacar que es una pieza original, al igual que la policromía del retablo, pero también ha sufrido robos, en las escenas de Cristo crucificado, Lavatorio y la Oración en el huerto, las cuales están reconstruidas.
Como conclusión final, el C.M, escrito por grandes personalidades entendidas del arte, lo describe como un imponente retablo tardomanierista.
Los retablos colaterales, de los que hemos visto los pintó Martín de Zizur, según la documentación, tenemos el Crucificado, muy valorado por los feligreses, tal y como nos cuenta Don Elifio Sos. Es una obra propia del barroco, s. XVII, con gran realismo, y drama, por la sangre que mana de sus heridas.
El de San Antonio tiene la cartela que nos la data de 1726, y sus esculturas, el C.M nos cita que son de una “calidad […] dentro de los niveles de discreción que caracteriza los talleres navarros del momento”. Al lado el de Santa Lucia con pinturas.
Antes de salir fuera para ver un poco el exterior de la iglesia, me parece conveniente detenerme en el órgano. Don Elifio nos lo cita en su libro sobre la villa: “tuvo también la Parroquia un buen órgano barroco, que se quemó totalmente durante la primera guerra europea, a causa de un cortocircuito; entonces se pintó la iglesia por dentro y se compró el actual armonium (que es el que está ahora)”. A causa de este cortocircuito Don Elifio nos dice que el párroco del momento, Don Juan Castillo, entró en pleito contra la compañía eléctrica que se vio obligada a pagar todos los males ocasionados.
EXTERIOR
El exterior de la iglesia es un bloque de piedra sillar, reforzado con contrafuertes, de la cual los únicos vestigios anteriores al siglo XVI estarían en el ábside y en el suelo, ya que la cabecera, achaflanada, ya nos habla de los siglos modernos.
Si miramos hacia arriba vemos que hay unas las cuales una de ellas (sobre la portada) está fechada, 1774, peor según Elifio Sos es anterior. A los pies se abre un óculo.
Respecto a la portada es muy sencilla y respeta los cánones del clasicismo. Recuerda un poco a las portadas de Aibar y Cáseda, que si no recuerdo mal fueron ejecutadas por Lázaro de Iriarte, pero de esta no tenemos constancia de que fuera de él. Es mucho más simplificada y el arco de entrada no es de medio punto como en las villas vecinas, sino más chafado, es decir escarzano. Como nos cuenta Elifio Sos: “… tiene a sus lados dos columnas, que se insertan en dos capiteles cúbicos sin adornos y terminan lisamente en unos capiteles llenos de follaje y a sus lados dos figuras cilíndricas en forma de soles, terminado finalmente en un triángulo con tres pináculos en los tres ángulos”.
Para finalizar, hay que comentar la particularidad que tiene este edificio y es que la torre está exenta de la parroquia a la que se accede por medio de un pasadizo a la atura del crucero.
El C.M nos la describe como un “largo fuste de planta cuadrada, macizo, únicamente interrumpido por ventanas saeteras además de los medios puntos que albergan la campanas (actualmente dos de ellas tapiadas, estaban abiertas a los cuatro puntos cardinales). Dada su estructura cabe considerar el origen medieval de esta torre y también de una iglesia de ese origen anterior a la actual del s. XVI”